(Quito, 1984). Reside y trabaja en Quito.
Historia tetis temporum est [La historia es testigo de los tiempos] instalación con objetos de la colección del Museo Pumapungo, 2018
Artista, antropóloga visual, docente universitaria y curadora, el interés de Pamela Cevallos se orienta al estudio de la cultura material, las prácticas museológicas y la relación entre arte y antropología. Cultura material, modos de vida y estrategias de representación conforman un mismo núcleo de investigación que en su caso sirven como punto de partida de la experiencia artística.
Actuando como artista-curadora (o curadora-artista), el proyecto de Cevallos para la XIV Bienal centra su atención en una parte de la reserva del Museo Pumapungo, que alberga una gran cantidad de objetos disímiles que parecen escapar a toda clasificación y han sido catalogados por el propio Museo bajo la categoría de objetos “Mestizos”. El ruido que genera esta diversidad de piezas con respecto a filiaciones étnicas, y su familiaridad con el espectador —pues en muchos casos se trata de objetos de uso corriente, producidos en masa: botas de caucho, linternas, exprimidor de cítricos y muñecas de plástico, etc.—, pone al descubierto las fisuras conceptuales y metodológicas de los esquemas museológicos cuando deben lidiar con ciertas expresiones o representaciones de la diferencia, al tiempo que nos ofrece otros relatos de nuestra cotidianidad.
(Quito, 1984); she lives and works in Quito
Historia tetis temporum est [History is the Witness of the Times] installation with objects from the Pumapungo Collection, 2018
At the core of artist, visual anthropologist, university professor, and curator Pamela Cevallos’s interest is the study of material culture, museographic practice, and the relationship between art and anthropology. Material culture, ways of life, and representational strategies are a single focus of research that, in her case, forms the basis of artistic experience.
Acting as a curator-artist (or artist-curator), Cevallos’s project for the biennial focuses on a segment of the Pumapungo Museum’s holdings—an array of disparate objects that seems to defy any attempt at classification and that the museum itself has catalogued as “Mestizos.” The clash that this range of works produces as an effect of ethnic affinities and the sheer familiarity of the objects in question—many of them are everyday, mass-produced items (rubber boots, flashlights, juicers, plastic dolls, and so forth)—reveals the conceptual and methodological cracks in museum schemes when they attempt to navigate expressions or representations of difference while also providing us with other accounts of daily life.