Hay vivencias de la ciudad que en los medios de comunicación o en las redes no se cuentan. Son aspectos, cosas, momentos, situaciones que están ahí, forman parte del paisaje, del diario vivir de Cuenca, de la gente, pero se han ganado la indiferencia.
Pero basta con caminar y observar para darse cuenta que las paredes, ventanas, vitrales, techos de las casas patrimoniales erigidas al margen izquierdo y derecho de la calle La Condamine y las de El Vado también son grises, su textura está marcada por la espesa capa de polvo y esmog que se han acumulado con el paso de los años. Las piedras del extenso muro que está a lo largo de La Condamine, irónicamente denominada como calle “La Contamine” son negras. El esmog, el tiempo y el descuido se aliaron para darles ese color.
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